“Le contestaría en términos de Neruda: Hoy es hoy y ayer ya se fue”. Cuestionado por la prensa sobre sus aspiraciones presidenciales, esa fue la respuesta de Adán Augusto López, en la capital de Sonora —a su lado estaba el gobernador, Alfonso Durazo—.

Lo leí en El Sol de Hermosillo. La nota no aclara si el secretario de Gobernación se puso poético antes o después de que Durazo lo destapara con estas palabras: “Adán tiene más futuro que pasado”.

¿Valía la pena que Alfonso Durazo tomara partido en la carrera por la candidatura presidencial de Morena? ¿Fue solo una cortesía política? ¿Dirá lo mismo cuando lo visite Claudia Sheinbaum?

Es un hecho, la clase política de Morena prefiere al secretario de Gobernación y tiene a la jefa de gobierno de la CDMX como su segunda opción.

Ello es así por dos razones: (i) solo una minoría de gobernantes locales morenistas e integrantes del gabinete de AMLO son personas realmente de izquierda, y les asusta la sólida convicción progresista —en todos los órdenes de la vida— de Claudia; (ii) como me dijo un gobernador militante de Morena del sur del país, “Adán Augusto es muy bien visto por gobernadores y presidentes municipales, de Morena y de otros partidos, porque su chamba es tratar con nosotros, y la verdad es que lo hace muy bien”.

No sé si sea la única estrategia a la que podía recurrir Adán Augusto López Hernández —ir con las élites antes que con las bases de la 4T—, pero lo cierto es que no le está funcionando, no en términos de ganar popularidad: en las encuestas de preferencias electorales poco ha crecido y, por lo tanto, sigue muy lejos de la líder, Claudia Sheinbaum, y del segundo lugar, Marcelo Ebrard.

El problema de que la influyente clase política de Morena tenga precandidato no es solo que se aleje de lo que piensa la gente abajo —esa gente honesta y luchona que ha sido el principal activo político de la 4T—, sino también que está sembrando la semilla de la división en el partido de izquierda.

¿Qué va a hacer Durazo si Sheinbaum lo visita? No podrá, no sin verse falto de seriedad, decirle lo mismo que a Adán Augusto —”Claudia tiene más futuro que pasado”— y, sobre todo, sin ofender al secretario de Gobernación que, lógicamente, ayer escuchó al sonorense y ya lo incluyó en su equipo de campaña. Lamentablemente para él, y para todos en Morena, tampoco podrá Durazo NO expresar que TAMBIÉN apoya a la jefa de gobierno capitalina porque se peleará con el sector más puro de la izquierda mexicana que, evidentemente, es el que tiene a Claudia encabezando las encuestas. Hay algo peor, si a ella no la apoya abiertamente, entonces el querido Alfonso lanzará el mensaje equivocado: que la suya es una cultura política misógina, algo que sabemos no es así, pero como en tal actividad la forma es fondo, Durazo se ha colocado en el riesgo de enviar la peor señal en tiempo de mujeres.

Así cada gobernador, cada alcalde y cada integrante del gabinete que con frecuencia en privado, y cada día más en público, dicen a quien quiera escucharles —y yo les he escuchado bastantes veces— que el bueno es Adán, y ya.

Eso se llama división. Hay otro poema de Neruda, sobre las cosas rotas, que quizá debería leer el secretario de Gobernación y todo el mundo en Morena:

Se van rompiendo cosas

en la casa

como empujadas por un invisible

quebrador voluntario…

no son las manos mías,

ni las tuyas…,

no fue nada y nadie,

no fue el viento…,

se quebró el plato, se cayó la lámpara,

se derrumbaron todos los floreros

uno por uno…

La vida va moliendo

vidrios, gastando ropas,

haciendo añicos,

triturando

formas…,

que se derrumben nuestras posesiones

en un solo alarmante quebradero,

que suene como un río

lo que se quiebra

y que el mar reconstruya

con su largo trabajo de mareas

tantas cosas inútiles

que nadie rompe

pero se rompieron.

Pablo Neruda

La unidad en Morena nadie la rompe, pero se está rompiendo. Y no, no es el viento, sino las élites de un partido que nació para ser popular. Élites que no han sabido permanecer neutrales. Lo más lamentable, que con frecuencia no coincidan con lo que se piensa abajo.