Existe una tendencia creciente por parte de destacados expertos a utilizar información errada, hiperbólica o mal fundamentada en sus análisis de México. Esto es preocupante porque la prensa no especializada carece de las herramientas para identificar estos errores y valida la información de los expertos por buen nombre.
Ejemplos hay por todos lados. Esta semana un grupo de más de 50 expertos viralizaron la idea de que los datos de reducción de la pobreza del CONEVAL son falsos. Un “falso triunfalismo”, dijeron, pues en realidad la pobreza casi no ha disminuido.
Para llegar a esta conclusión los expertos se basaron en varias imprecisiones: (i) un modelo que utilizó una línea de pobreza equivocada, (ii) una aproximación (de tres disponibles) que más pobreza reporta y (iii) un código no público.
Sin embargo, los expertos no dijeron nada de esto. En cambio, en sus múltiples intervenciones en medios validaron el modelo con imprecisiones y, peor aun, sugirieron que el CONEVAL y el INEGI podrían estar capturados y operando en favor del gobierno.
Entiendo que la lucha política existe y se está dando de manera encarnizada en México. Comprendo que el gobierno ha perjudicado a la academia por medio de sus políticas de ciencia y los ha rechazado de espacios en los que anteriormente tenían influencia. Aun así, resulta sorprendente que se acuse de algo tan grave al CONEVAL y a INEGI, dos instituciones de sobrada solidez que han ayudado constantemente a la academia.
No es necesario mentir para criticar al gobierno. El gobierno ha cometido suficientes errores reales.
Hay más casos. La semana pasada otros expertos publicaron un artículo donde argumentan que los cárteles de la droga son “el quinto empleador más grande de México”.
Para llegar a esta conclusión se basaron en supuestos muy cuestionables: (i) un modelo de constantes escogidas de forma discrecional, sin justificación empírica o cualitativa, (ii) la suposición de que los tamaños iniciales de los cárteles siguen una distribución de potencia, y (iii) la premisa de que las desapariciones son iguales a los homicidios.
La prensa confió en el trabajo de los expertos y no lo matizó. La gráfica en la que los expertos equivocadamente comparaban a los cárteles (una industria) con el OXXO (una empresa) fue la nota.
Otros errores se han convertido en verdades incuestionables. Por ejemplo, algunos expertos en desigualdad argumentan que las personas más ricas reciben cuatro veces más programas sociales que los más pobres.
Para llegar a esta conclusión (i) utilizan deciles calculados post (en vez de pre-transferencia) y (ii) excluyen las transferencias de becas. Esto hace que, por diseño, los programas sociales parezcan atender a menos personas pobres de las que realmente atienden.
Una vez que se incluyen las becas y se calculan los deciles de forma adecuada (pre-transferencia), se vuelve evidente que el total de recursos transferidos a los más pobres es 38% superior al de los más ricos. Las transferencias per cápita de los más pobres aumentan 79% y las de los más ricos disminuyen 4%. Los programas sociales todavía deben mejorar, pero son mucho menos regresivos de lo que los expertos argumentan.
Otros expertos han difundido datos de pobreza en millones de personas, en vez de porcentajes (sin decir que el crecimiento poblacional explica la mayor parte de las cifras). Otros han dicho que el porcentaje de hogares que reciben programas sociales no ha aumentado (con base en datos de un programa y no del total de ellos). Unos más han argumentado que el gasto social casi no ha aumentado (con base en datos del 2021, a pesar de que la historia en 2023 ya es diferente).
El uso faccioso de datos debe detenerse. La lucha política no puede continuar infectando a la academia. La labor del experto es informar de manera objetiva. Dejen a los políticos la política. La academia no debe ser el espacio de batalla.